Los síntomas de la rotura y la contractura muscular son muy similares, pero no son lo mismo: la contractura es una lesión leve y la rotura fibrilar es una lesión severa.
Solemos percibirlas inicialmente como un «pinchazo» muy específico a nivel muscular que nos crea una sensación desagradable e incómoda y que, en la mayoría de veces, nos impide continuar con nuestro entrenamiento. Este pinchazo es un síntoma de que el músculo ha sufrido un percance: contractura muscular o una rotura fibrilar.
Ante este pinchazo, lo más recomendable es parar la actividad física que estamos realizando y contactar con un fisioterapeuta que nos valore y que nos pueda hacer un diagnóstico.
¿En qué consiste una contractura y cómo podemos tratarla?
La contractura muscular es una contracción mantenida del músculo de manera involuntaria y permanente y que impide continuar con la actividad deportiva. En muchos casos, si la fibra es muy superficial, se puede identificar visualmente porque se crea una especie de bola.
Para evitar la aparición de las mismas se recomienda realizar un buen calentamiento antes de comenzar cualquier actividad física intensa y finalizar con un completo estiramiento con el objetivo de restablecer la longitud inicial del músculo.
Si ya se ha producido la contractura, es recomendable la aplicación de calor para la eliminación del lactato, masajes, baños de inmersión, punción seca ante la existencia de puntos gatillo, estiramientos con frío, sesiones con INDIBA ®, etc.
¿Y una rotura fibrilar?
La rotura fibrilar suele producirse tras una distención abrupta y excesiva del músculo generando una ruptura de sus fibras, dolor e impotencia funcional. La gravedad dependerá de la extensión de las rupturas de las fibras en el músculo por lo que su recuperación, a parte de los factores de grado de lesión y tipología de paciente, oscilará en un 1cm por semana marcándonos así el tiempo presumible de cicatrización , que no significa de recuperación: se necesitará un tiempo adicional, entre 1 y 3 semanas, para poner a punto la musculatura y poder volver a la práctica deportiva con garantías.
Para evitar una rotura muscular deberemos descargar frecuentemente la musculatura mediante frecuentes estiramientos y masaje.
Sin embargo, si ya se ha producido la rotura, su tratamiento vendrá pautado según su grado. Habitualmente se aplicará frío en los primeros días con el propósito de controlar y evitar la inflamación de la zona, vendajes de tipo compresivo y reposo relativo. A partir del tercer día, podría ya el fisioterapeuta comenzar a tratarnos con masajes de descarga, estiramientos controlados o muy suaves y contracciones isométricas.
En fases más avanzadas del tratamiento, se procederá con masajes y estiramientos más intensos y de mayor duración y, además, se complementará con ejercicios de fuerza para recuperar el músculo y poder volver a la práctica deportiva.
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